El fantasma de la ópera “No me ha faltado más que ser amado para ser bueno”
- Asilem
- 20 nov 2020
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 21 nov 2020
El Fantasma de la Ópera

El fantasma de la ópera
Obra de Gastón Leroux
Publicado en 1909
Género: Novela rosa, Drama, Terror, Misterio, Novela Gótica
Sinopsis:
El edificio de la Ópera de París parece estar embrujado: en medio de una representación, la gran araña que pende sobre el patio de butacas se viene abajo; otro día, uno de los maquinistas aparece ahorcado en un sótano. Se extiende el rumor de que un ser de apariencia monstruosa a quien algunos parecen haber visto fugazmente es el causante de todos estos inquietantes sucesos.
Valoración Personal: 6- Se aprecia una gran narrativa con argumentación dramática en la descripción de sus personajes, su profundidad y humanismo. Es excelente y muy recomendable.

Reseña: (Valga la aclaración, puede contener spoilers)
Hoy estamos a puro fantasmas. Con una historia que por cada edición ha ido sufriendo cambios como cual historia de transmisión oral. Algunas ediciones tergiversan la historia agregando sucesos o cambiándolos y luego tenemos los retelling y las diferentes adaptaciones de la obra.
En sí, hay rumores de dos versiones fuertes sobre la inspiración de esta obra. La más fuerte y que fue jurada por su autor hasta sus últimos días con la veracidad de estar basado en hechos reales. Incluso hay un documental de National Geographic que demuestran las pruebas que respaldan a la obra de Leroux. Y si recordamos que el autor ejerció el periodismo es difícil poner en duda lo que defendió hasta la muerte, ¿no? Se dice que si no hubiera sido por los hechos y los gestos de Erik a través de todo el drama de los Chagny no hubiera trascendido la historia.
La otra versión vincula a las musas que sirvieron de origen al drama que nos acontece. La soprano sueca Christina Nilsson y la protagonista de la obra de 1894 de George du Maurier, Trilby O'Ferrall.

El fantasma nació como el hijo de un maestro albañil, en una pequeña ciudad no muy lejos de Ruan bajo el nombre de Erik. Escapó muy pronto de la casa de su padre, donde su cara deforme era objeto de horror para sus progenitores. Durante un tiempo, frecuentó las ferias, dónde el dueño de uno de los espectáculos de exposición de monstruos lo anunciaba como el cadáver humano. Viajó alrededor de Europa y Asia con los gitanos. Allí consiguió pericia acrobática y musical para convertirse en un genio alejado de la norma. También se convirtió en un experto ventrílocuo y prestidigitador.
Con el tiempo actuaba en toda su espantosa gloria. Cantaba ya como nadie en el mundo ha cantado jamás y se entregaba a números extraordinarios. De este modo su reputación atravesó los muros del palacio de Mazenderan donde la pequeña sultana, favorita del shahinshah, se aburría. Shahinshah significa “Rey de Reyes” pero si son como yo se refiere al monarca de Persia y nada más jejeje.
En fin, un mercader de pieles, que se dirigía a Samarcanda, y que volvía de Nizhni-Nóvgorod, refirió los milagros que había visto bajo la tienda de Erik. El mercader fue llamado al palacio y el Daroga de Mazenderan (que es como un jefe de seguridad pero en este caso con sangre real) tuvo que interrogarle. Después, el Daroga fue encargado de buscar a Erik. Lo condujo a Persia donde eventualmente, ya que parecía no conocer el bien ni el mal, terminó como asesino de la corte e ingeniero personal del monarca de Persia y construyó para él sofisticadas trampas y dispositivos de tortura (como el lazo de Punjab).
Después de algún tiempo, el monarca persa le tomó amistad y Erik construyó para este un magnífico palacio el cual fue provisto de las maravillas que el fantasma desarrolló. Fue entonces cuando el soberano, al notar la magnificencia de Erik y su edificio, decidió que él sería el único en poseer un palacio de esa categoría y tuvo miedo de que Erik pudiera construir otro para más personas. Así pues, decidió dar muerte a Erik como a todos los obreros que habían trabajado a sus órdenes. El Daroga de Mazenderan fue encargado de la ejecución pero como Erik le había prestado algunos servicios y le había hecho reír a gusto en varias ocasiones el Daroga lo salvó facilitándole la huida. Pero estuvo a punto de pagar con su cabeza aquella generosa debilidad. El Daroga se vio castigado tan sólo con la pérdida de su cargo, de sus bienes y con la condena al exilio. Sin embargo, como era de sangre real el Tesoro persa siguió pasándole una pequeña renta de algunos centenares de francos al mes. Fue cuando vino a refugiarse a París (y tiempo después se vuelve a cruzar con Erik en la Opera).
En cuanto a Erik, había pasado de Asia Menor hacia Constantinopla donde, con la reputación que le precedía como “el experto en trampillas” había entrado al servicio del sultán que vivía acosado por constantes terrores. Naturalmente, tuvo que alejarse por los mismos motivos que había tenido que huir de Persia. Sabía demasiadas cosas. Entonces, muy cansado de su aventurera, extraordinaria y monstruosa vida, deseó ser como los demás. Y se hizo albañil como otro cualquiera que construye casas para todo el mundo, con ladrillos normales y corrientes. Calificó para realizar trabajos de albañilería en la Ópera. Cuando se vio en los sótanos de un teatro tan grande, su naturaleza artística, fantasiosa y mágica, se impuso.
Bajo el edificio, un lago artificial había sido creado durante la construcción usando ocho bombas hidráulicas, porque existían problemas ya que el nivel del agua subterránea seguía subiendo. Soñó con hacerse ahí una mansión desconocida para el resto del mundo y que le ocultaría para siempre de las miradas de los hombres. Sin que nadie se diese cuenta, Erik construyó un laberinto de túneles y pasillos en los niveles más bajos y, más allá del lago subterráneo, levantó un hogar para sí mismo, dónde podría vivir protegido del resto de la gente.
Como Erik también era un genio musical, empezó a visitar la Casa de la Ópera para escuchar óperas e interferir con el supuesto mal gusto del gerente. Al no poder enseñar su cara en público, se caracterizó como un fantasma y usó la violencia para chantajear a los gerentes de la ópera y atarlos a su voluntad. Explotó las supersticiones de los empleados y su conocimiento de los pasajes secretos del edificio, lo que le permitía llegar a cualquier parte sin que nadie se diese cuenta. Aterrorizaba a aquellos que se negaban a atender sus peticiones y hasta mató gente a modo de advertencias. De cualquier manera, trataba bien a los que se comportaban de forma leal y obedecían sus órdenes (como el caso de Madame Giry).
Cuando el señor Poligny oyó que una voz misteriosa le cantaba en el palco nº 5, no preguntó nada más, al principio se creyó condenado por tratarse de una voz del Cielo, pero, como luego la voz le pedía dinero, vio finalmente que era engañado por un maestro cantor del que el propio Debienne fue también víctima. Los dos, hartos ya de su dirección por numerosas razones, dimitieron sin tratar de conocer a fondo la personalidad de aquel extraño “F. de la Ó.” (así firmaba todas las misivas Erik), que les había hecho llegar en un pliego de condiciones tan singular. Renunciaron y legaron todo el misterio a los señores Richard y Moncharmin lanzando un gran suspiro de satisfacción, liberados de una historia que les había intrigado mucho sin hacerles reír a ninguno de los dos.
La historia de la novela comienza aquí, cuando una joven muchacha corista llamada Christine Daaé (aparentemente inspirada en la diva sueca Christina Nilsson) se une al coro de la ópera y Erik, el fantasma, se enamora de ella. Este se ofrece a instruirla como un ángel de la música supuestamente enviado por su padre fallecido, pero con la condición de hacer todo cuanto él le dijese y eso incluye no destacar hasta que se le indique que esta lista.
Es así como a los cuatro meses Christine, quien cree estar guiada por un ángel, llega a un éxito repentino en el escenario en cuanto reemplaza a la, hasta entonces prima donna, Carlotta quien repentinamente había caído en una extraña enfermedad.
Christine gana los corazones del público, incluyendo el de su amigo de la infancia, el vizconde Raoul de Chagny.
El fantasma se siente celoso de la relación de Christine con Raoul, y la invita a visitarle en su mundo debajo del edificio. Ella acepta, y en las catacumbas descubre que su "ángel" es en realidad un genio musical deforme que lleva una máscara para ocultar su cara aberrante. Ella grita de terror al contemplar su rostro verdadero, y el fantasma la encierra en su hogar, aceptando liberarla sólo cuando ella prometa que volverá a visitarlo por su propia voluntad.
Esto alerta a Christine quien está dividida entre el amor del vizconde Raoul y su fascinación con la misteriosamente hermosa música del fantasma y por la compasión hacia él.

Cuando ella se da cuenta de que su ángel es el mismo fantasma de la ópera responsable de accidentes y asesinatos, ella y Raoul deciden casarse en secreto y escapar de París, fuera del alcance del fantasma que está obsesionado de amor por ella, pero no antes su última interpretación, ya que es intención de ella que su última presentación sea un regalo de despedida hacia su mentor.
El fantasma descubre su plan, y durante la interpretación de Christine como Margarita en la ópera de Fausto, de Charles Gounod, deja la ópera a oscuras y la secuestra en pleno escenario.
Raoul es guiado a los dominios del fantasma por el Persa (el ahora ex daroga), quien conoce el camino del lugar, para salvar a su amada. Abajo, en el hogar del fantasma, tiene lugar la última confrontación, entre el fantasma, Christine y Raoul. Allí Christine decidirá que hacer; si salvar a Raoul dándole un beso al fantasma de la ópera o no darle el beso y que Raoul muera ahogado.
Se sabe y se adivina lo demás que transcurre a lo largo de esta increíble aventura.
El conflicto moral que se desencadena en la historia, que es principalmente el que envuelve a Christine, es el de debatirse entre un amor pasional, el que siente por Raoul, y entre un amor afectivo-compasivo, el que siente por Erik. Su ser no puede decidir con lo que es inevitable que son sus dos amores los que tienen que hacerlo. Finalmente es el fantasma cuando atormentado por el daño que sabe que está causando a la Daaé decide no interponerse más en su camino y seguir vagando hasta la muerte como un verdadero fantasma por los sótanos del teatro. La grandeza del personaje de Erik se plasma en este final. No pedía más que ser alguien como los demás… ¡Pero era demasiado feo! Tuvo que ocultar su genio, o manipular con él, cuando, de tener un rostro normal, hubiera sido uno de los hombres más nobles de la raza humana. Tenía un corazón en el que habría cabido un imperio, pero tuvo que contenerse con un sótano. En realidad, hay que compadecer al fantasma de la Ópera. En Erik, podemos ver cuánto necesitamos ser amados y aceptados… que a veces los talentos que enriquecen nuestra persona no son suficientes si no tenemos con quien compartir nuestras glorias y placeres.
¡Pobre Erik! ¿Hay que compadecerle? ¿Hay que maldecirle?
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